top of page

Nuevo manual

  • Maca Arena
  • 31 jul 2021
  • 2 Min. de lectura




Creo que en el post anterior me quedé corta con las lecciones vitales que ganas al manejar en la Ciudad de México. A mí que me gustaba conducir… vivir esta experiencia está haciendo que me replanteé mi antiguo hobby. No es que sea difícil, simplemente es que nunca terminarás de entender las normas viales que viven rent free en la cabeza de los chilangos.


Como por ejemplo: Al parecer no es suficiente poner la direccional para pedir el paso. No señor. Esta ciudad es de valientes. Es de lo que si no te arriesgas no ganas. Así que si quieres tener la mínima probabilidad de que te dejen pasar tienes que sacar la mano en medio de una marabunta de coches que pasan sin respetar la distancia, motos que aprovechan los escasos centímetros que dejó el coche de a lado, para robarle unos segundos al tráfico… así que no solo tu coche está robándole metros al camino, tu mano está rogando el paso a riesgo propio. Allí es cuando el conductor de atrás, valora tu proeza y se digna a frenar un poco ( solo un poco que tampoco estás haciendo malabares) para abrirte el paso y tu puedas acceder a la ruta sin caerte al abismo. Eso sí, hay que dar las gracias. Esta ciudad es de valientes y agradecidos.


También está el misterio de las rutas de las peceras. El otro día, me contó un taxista que habían puesto una petición a la alcaldía para pedirles a los camiones que fijaran sus rutas. Como si fuese un extra pensar que el camión podría cruzar por las mismas calles todos los días y recoger personas en paradas establecidas y no en el tercer carril del periférico en hora pico.


Luego, está el espíritu de la prisa que tienen todos los conductores. Al parecer, el hecho de dejarte pasar equivale a una hora de pérdida de vida porque no creo que sean solo unos minutos comparado con la histeria que les da el que tú pases por delante. Supongo que hay un control de conductores defeños que les impide dejar pasar un coche sí y otro no… si te dejan pasar, los sacan del grupo de a Whatsapp de conductores modelo.


Llevaba varios años sin conducir diario. Me había unido al club de los peatones. Ahora me toca acostumbrarme a la nueva metodología con la esperanza de que el espíritu de conductores defeños me acepte como una más y entienda las dinámicas del colectivo. Si sigo así, dentro de unos meses conseguiré ver metros donde ahora veo centímetros, a sacar el estrés gritando, y teniendo conversaciones con conductores vecinos en la soledad de mi coche.


Ya tengo programada la lobotomía para extirparme el manual de seguridad vial que habitaba en mi. A ver si meto el nuevo y sobrevivo en esta jungla de concreto.

Comments


Subscríbete a mi newsletter

LOGO.png
bottom of page