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Esa campana

  • Maca Arena
  • 10 feb 2022
  • 2 Min. de lectura



Desde hace muchos meses he tenido que ir al hospital a acompañar a N. Son días marcados en el calendario con muy poca opción de faltar. Cada día que entro, nada mas abrir las puertas del ascensor hay una campana muy grande en el centro. Todos los que entramos allí entendemos el sueño que tienen muchas personas de tocarla.

Para aquellos que han tenido la suerte de no conocer el cáncer de cerca, quiero compartirles que esa campana se toca cuando has ganado la batalla. La tradición es tan global que hay miles de videos en internet de ese alegre momento. Para los que no gozan de llorar, no recomiendo verlos, porque son más emotivos que cualquier final de una película épica.


Las visitas a los hospitales son difíciles. Tienen esa capacidad de multiplicar los nervios y probar tu paciencia. Cualquiera que haya luchado entre esas paredes y luces fluorescentes saben que más que nada, la enfermedad pone a prueba la paciencia y la fuerza mental. Paciencia para esas largas esperas, para la incertidumbre, para la incomodidad, para el dolor. Fuerza mental porque es el ingrediente más poderoso para hacer de esto, algo llevadero. He visto cómo la actitud hace que los dolores y pesares se vivan desde otro color. Aún así, hay días buenos y días malos. Y muy de vez en cuando, hay días de escuchar la campana.


Ayer estaba sentada en uno de esos sillones fríos y poco confortables mientras veía una gota caer lentamente en un tubo. No hacía un buen día así que mirar por la ventana era nadar en tonos grises. El sonido de los carritos pasar, de las máquinas que dictan que todo sigue su curso y las conversaciones en voz baja eran la música de fondo. De repente, sonó la campana.


La mayoría de las personas salieron a la sala común a aplaudir a esa mujer que había ganado la batalla. Doctores, enfermeras y familiares estaban allí festejando el momento. Parece mentira el poder de un simple sonido, pero las sonrisas eran más grandes. Era como pasearse por los pasillos de un estadio después de que el equipo favorito le haya metido una goliza al contrincante.


Todas nos unimos a los aplausos y juro que todavía gotean mis ojos al recordar como la mujer agradecía a todas las personas que la habían acompañado a la batalla. Porque a esa guerra no se va sola, no señor.


El día levantó su ánimo y abrió la neblina para poder ver horizonte. N. y yo nos quedamos paradas frente a la ventana, viendo al Popocatepetl e Iztaccihuatl a lo lejos y cómo brillaba la nieve encima de ellos.


Puede que sean días grises últimamente, pero creo que mientras mirábamos al horizonte, las dos soñábamos con el día en que tocará esa campana.

2 Comments


Isabel navarro bricio
Isabel navarro bricio
Oct 23, 2022

La tocarán!! Téngalo por seguro ❤️

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aruizg955
aruizg955
Feb 10, 2022

Ten por seguro que siempre tocan las campanas, mucha fuerza para vosotr@s.

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